Para construir algo grande uno necesita cimientos profundos y cuando uno quiere construir cimientos profundos hay que tener en cuenta que éstos van en dirección opuesta a la dirección de tu objetivo.
¿Has visto alguna vez un castillo de arena construido por un artista?
Esta era la experiencia encantadora de un viaje a la playa con la familia. Llevándolo al plano profesional, los mejores constructores son meticulosos en cada detalle mientras crean hermosas obras de arte. Los nuevos edificios de oficinas, las ventanas uniformes y, a veces, el contorno de los ladrillos elegantes en cada pared. El resultado final suele ser impresionante, con la misma elegancia de los mejores edificios de los lugares más ricos del mundo.
Pero, a pesar de todo el esplendor de un castillo de arena, sus horas están contadas. Desde el momento en que se coloca el primer grano de arena, el castillo en miniatura está en camino al olvido. En cuestión de horas los detalles son destruidos por el viento, la lluvia y la marea. Simplemente, no hay futuro para un castillo de arena.
A veces, ciertos estilos de liderazgo son como castillos de arena. A pesar de que todo parece perfecto en el exterior, los deseos y las actividades se muestran inútiles ante el fuego de las crisis. Aunque su cargo en la organización parece estar asegurada, sufrirán la pérdida de recompensas de reconocimiento genuino de sus colaboradores, porque su estilo no está construida con nada resistente.
Lo más importante en el liderazgo es asegurarse de que tengamos los cimientos adecuados. Es decir, los líderes de la vieja escuela no pueden sobrevivir en el mundo actual. En la cumbre de su liderazgo, John Rockefeller dijo: “La capacidad de tratar con la gente es un bien tan comprable como el azúcar o el café, y yo estoy dispuesto dispuesto a pagar más por esa capacidad que por cualquier otra que exista bajo el sol”.
¿Por cuál clase de liderazgo estaba dispuesto a pagar Rockefeller? Acabamos de decir que la gente ya no está dispuesta a aceptar un ámbito laboral donde la presión y el estrés sean excesivos. Pero existe otra razón por la que los líderes de la vieja escuela no pueden sobrevivir, y no tiene nada que ver con la presión que ejercen sobre sus subordinados, sino con la presión que ejercen sobre sí mismos en un mundo velozmente cambiante, complejo e incluso caótico. No ganamos nada proclamando tener todas las respuestas, aunque consigamos engañar a otros. Es imposible engañarse a uno mismo, y vivir una mentira puede ser muy agotador. Las investigaciones realizadas por la Carnegie Foundation for the Advancement of Teaching revelaron que el 15% del éxito financiero individual se debe al conocimiento técnico y alrededor del 85% se debe a las capacidades humanas como la personalidad y la habilidad para liderar a las personas. Un ejemplo: el colaborador que sume a su conocimiento técnico la capacidad de oratoria, asumir el liderazgo y despertar entusiasmo en los demás es el que más dinero ganará. Esa es una de las piezas claves del liderazgo.
El riesgo de perder la confianza de tus colegas después de una mentira. Si se trata de un engaño intencional o una exageración "inofensiva", descubrirlo pone en peligro la credibilidad. Para comenzar a reparar la reputación, piensa por qué se mintió. Conocer las condiciones que te llevaron a esa elección puede ayudarte a resistir el impulso de mentir nuevamente en el futuro. Luego, evalúa cuánto daño causó la mentira. ¿Los compañeros de trabajo ya no buscan tu opinión? ¿Tus comentarios se reciben con frialdad? Piensa cuál es tu reputación ahora y cómo te gustaría que fuera. Luego encuentra formas de demostrar honestidad. Si tu humildad está en duda, expresa dudas sobre tus ideas. Si exageraste o alardeaste de tus contribuciones a un proyecto, sal de tu camino para resaltar el trabajo de otros. Es probable que tus colegas no estén tratando de darte el beneficio de la duda, así que muéstrales que sabes que cometiste un error y que estás tratando de aprender de él. Éxitos!!!
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