Sucede cada Black Friday: La gente empieza a hacer fila frente a su almacén favorito horas antes de que se abran las puertas. ¿Por qué? A fin de ser el primero en la fila, por supuesto. O, si sólo quedan dos galletas, ¿por qué un niño a menudo escoge la más grande?
¿Por qué tenemos que ser el primero, o sentarnos en la primera fila, o forjarnos un nombre?
Es mejor ser honrado al ser invitado por el anfitrión que ser abochornado si se te pide que dejes tu asiento a otro.
Cuídate de la tentación de exaltarte a ti mismo, de ponerse a ti mismo por delante de otros.
Un aspecto importante a tener en cuenta para evitar esto es: Humildad para seguir aprendiendo.
Ser principiante en algo puede resultar incómodo y vergonzoso, especialmente si estás acostumbrado a ser un experto y reconocido por algo. Pero esos sentimientos son los dolores del crecimiento ineludibles que provienen del desarrollo y la mejora.
Para acostumbrarte a la incomodidad, entiende que es valiente ser un principiante en algo nuevo.
Exponer tus debilidades y probar cosas nuevas requiere valor. Puedes hacer que el desafío sea un poco más fácil buscando situaciones de aprendizaje en las que los riesgos sean bajos, tal vez una clase en la que no se espera que seas un experto o que no conozcas a nadie más. Si te ayuda, indica a los demás participantes que puedes estropear lo que estén a punto de intentar.
Tu disposición a asumir riesgos puede inspirar a otros a hacer lo mismo. Y hagas lo que hagas, no dejes de aprender.
Sigue esforzándote, especialmente en las áreas en las que has logrado, para que puedas mejorar aún más.
Si estás dispuesto a sentir vergüenza e incluso el fracaso en el proceso, no habrá límites a lo que puedas hacer. Éxitos!!!
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