Después de competir en los Juegos Olímpicos de 1924, Eric Liddell sabía que su llamamiento no estaba en las competencias atléticas mundiales. El mundo le decía que estaba hecho para correr; al más alto nivel. Pero él sabía: “Dios me hizo para China.” Liddell siguió el llamado de su propósito al campo misionero en China y usó sus destrezas para trabajar allí. Tristemente, murió en un campamento japonés de prisioneros durante la Segunda Guerra Mundial.
Esta historia con un propósito, me hizo analizar que la mayoría de nosotros tenemos la tendencia de planear nuestros días y semanas de acuerdo a las actividades y trabajo que tenemos que realizar. Eso no es necesariamente algo malo, pero, ¿alguna vez has notado cómo nuestros calendarios pueden volverse una distracción?
El “aquí” y “ahora” tan a menudo capta nuestra atención que nos olvidamos de que esta vida es temporal.
Pero trabajar y vivir pensando si esto te llevará a cumplir tu propósito en la tierra y sobretodo dejar un legado a los tuyos, y por qué no decirlo a nuestros colaboradores, esto transforma nuestra perspectiva; y eso es algo bueno y grandioso.
Que privilegio es que a través de la meditación puedas mirar por “una puerta abierta el legado que puedas dejar a los tuyos y colaboradores”.
Constantemente nos vemos apremiados para pensar sólo en estas circunstancias presentes. El meditar en tu propósito y legado cambia todo eso. Nos recuerda que nuestra realidad presente es una parada temporal en nuestro camino a la realidad invisible de la eternidad. Cuando entramos en la paz y la meditación de tu propósito y análisis del legado que estás comenzando a dejar en este vida, de inmediato lo eterno trae a perspectiva todo lo que tiene lugar en la vida. Veamos la vida desde la perspectiva del legado eterno que estás construyendo; y todo nuestro chip o mindset cambia !!!.
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